¿Cómo surge la confianza?
La confianza es de dos tipos.
Primero tenemos la que proviene de la adquisición de conocimientos técnicos. Un mecánico, un ingeniero, un físico, un hombre que domina el violín, tienen confianza entre sí porque han estudiado o practicado durante un número de años y han adquirido una técnica. Eso otorga un tipo de confianza que es puramente superficial y técnica.
Pero hay otro tipo de confianza que proviene del conocimiento propio, del hecho de conocerse enteramente a sí mismo tanto lo consciente como lo inconsciente, la mente oculta como la mente al descubierto. Es posible conocerse a sí mismo completamente y entonces surge una confianza que no es agresiva, ni auto-afirmativa, ni dañina, ni esa confianza que proviene del logro, si no la confianza que brinda el ver las cosas sin deformación, tal cual son en cada momento.
Tal confianza surge naturalmente, cuando el pensamiento no se basa en un logro, en el engrandecimiento o la salvación personal, y cuando cada cosa revela su verdadera significación. Entonces están respaldados por la sabiduría. Esa sabiduría, esa confianza, esa flexibilidad mental extraordinariamente veloz, no es exclusiva de unos pocos. No hay jerarquía en la comprensión. Cuando comprendamos un problema de interrelación, ya sea con objetos físicos, con ideas o con el prójimo; esa comprensión nos liberá de todo sentido de tiempo, de posición, de autoridad. Por lo tanto, no se trata de Maestro y discípulo, de que el guro se siente en una tribuna y de que nosotros nos sentemos debajo de él. Esa confianza es amor, afecto, y cuando amas a alguien no hay diferencias, no hay alto ni bajo. Cuando existe el amor, esa extraordinaria llama, el es en sí su propia eternidad.
Tal confianza surge naturalmente, cuando el pensamiento no se basa en un logro, en el engrandecimiento o la salvación personal, y cuando cada cosa revela su verdadera significación. Entonces están respaldados por la sabiduría. Esa sabiduría, esa confianza, esa flexibilidad mental extraordinariamente veloz, no es exclusiva de unos pocos. No hay jerarquía en la comprensión. Cuando comprendamos un problema de interrelación, ya sea con objetos físicos, con ideas o con el prójimo; esa comprensión nos liberá de todo sentido de tiempo, de posición, de autoridad. Por lo tanto, no se trata de Maestro y discípulo, de que el guro se siente en una tribuna y de que nosotros nos sentemos debajo de él. Esa confianza es amor, afecto, y cuando amas a alguien no hay diferencias, no hay alto ni bajo. Cuando existe el amor, esa extraordinaria llama, el es en sí su propia eternidad.
